ARTÍCULO 5 ¿QUÉ PREFERIMOS SER EXPEDICIONARIOS O INDÍGENAS?

Cada 12 de octubre, en España y en muchos países latinoamericanos se conmemora el descubrimiento de América. Hay mucha bibliografía al respecto, pero una de las creencias que más me llama la atención es que “Cuando la flota de Colón llegó al Caribe, ningún indígena americano pudo ver los barcos, a pesar de que estaban en el horizonte. Porque en su cerebro no había ninguna experiencia previa de la existencia de las carabelas”.

Las leyendas (sean ciertas o no) siempre esconden grandes moralejas de las que podemos sacar conclusiones muy valiosas para nuestra vida, tanto en lo personal como en lo profesional.

De hecho, es ampliamente conocido que la técnica del “Story Telling” nos permite transmitir mucho más eficazmente nuestras ideas y que su esencia llegue a los destinatarios con mucha más claridad.

Es por eso por lo que quiero utilizar esta idea para reflexionar sobre la necesidad de abrir nuestra mente e intentar ver más allá de lo que ahora mismo nuestros ojos nos permiten vislumbrar y no tener miedo en adentrarnos en nuevos horizontes.

Y esto lo debemos hacer no por mero capricho sino por el más primitivo instinto de supervivencia. El mismo instinto de supervivencia que les instó a muchos vascos a emprender un largo camino hacia América porque las leyes del mayorazgo les dejaba sin posibilidad alguna de continuar con el negocio familiar. Y utilizo este ejemplo porque este fue el detonante de que tan sólo tres generaciones antes que la mía, mi bisabuelo se echara a la mar para buscar prosperidad en tierras americanas y vivir grandes experiencias como capitán de barco y como fundador de múltiples negocios.

Pero como este ejemplo hay muchos, y seguro que en todas y cada una de las familias podemos encontrar héroes anónimos que han afrontado grandes desafíos con entereza con la esperanza de contribuir al progreso y construir un futuro mejor para sus descendientes.

Podemos debatir largo y tendido sobre si la forma de abordar la conquista de América fue la más adecuada o no, pero lo cierto es que los años en que España fue reconocida internacionalmente como primera potencia mundial, corresponden a la etapa en la que tomamos las riendas de nuestro destino y nos lanzamos a la aventura.

Hazaña que fue financiada y bendecida por la máxima autoridad del momento, la Reina Isabel La Católica y ante la que Cristóbal Colón tuvo que preparar uno de los “elevator pitch” más influyentes y determinantes de la historia de la humanidad.

Curiosamente, el objetivo era llegar a la India. Pero lo que no se podían imaginar era que se encontrarían por el camino con un nuevo continente que lo cambiaría todo. Esto (salvando las distancias) es algo que ocurre constantemente cuando se inicia una actividad empresarial.

Han pasado varios siglos desde entonces, y visto con perspectiva da la sensación de que nos hemos ido acobardando y acomodando progresivamente. Y mientras tanto otros pueblos con mayor ambición y menos aversión al riesgo han ido tomando la iniciativa.

Porque la batalla por ampliar territorios no se libra actualmente en los mares, sino en la conquista de otro “nuevo mundo digital” repleto de peligros como son:

  • Los ciberataques.
  • Los comentarios descontrolados en las redes sociales.
  • La captación de cantidades ingentes de información de millones de usuarios de internet cuya utilización previamente autorizada nos sitúa en un plano de vulnerabilidad.
  • El desconocimiento de lo que la inteligencia artificial puede llegar a hacer y las posibles consecuencias de la “singularidad tecnológica”.
  • La deshumanización de las relaciones interpersonales.

 

Pero afortunadamente a pesar de todas estas barreras también podemos encontrarnos con un ecosistema virtual lleno de oportunidades.

La globalización y el entorno digital sin fronteras nos posibilita desarrollar nuevos modelos de negocio asentados sobre la base de las nuevas tecnologías como son:

  • Las plataformas digitales de venta de productos y servicios.
  • Capacidad de almacenamiento de datos en la nube.
  • Desarrollo de aplicaciones móviles.
  • Sensorización y monitorización de las personas, sistemas y objetos para la mejora de la toma de decisiones.
  • Contratos inteligentes a través del blockchain.

Pero para sobresalir en este entorno, como bien sabían Cristóbal Colon y el resto de los conquistadores, el que llega primero, lleva ventaja. Y por eso, muchos de nuestros expedicionarios contemporáneos como son Jeff Bezos o Mark Zuckerberg, han sabido aprovechar esa distancia para ir acaparando cada vez más territorios virtuales, a los que los usuarios nos sentimos irremisiblemente enganchados.

Por eso es tan importante que volvamos a recuperar el espíritu aventurero y el apoyo de las máximas autoridades para poder adentrarnos en el proceso de digitalización con el afán de ser capaces de liderar el viaje hacia este “nuevo mundo” para recuperar posiciones. Porque si nos dan a elegir, ¿qué preferimos ser, expedicionarios o indígenas?

 

 

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