AVISO A NAVEGANTES

La supremacía de lo digital sobre lo analógico ha creado multitud de nuevas formas de llegar a un público objetivo concreto. Por las redes sociales han proliferado multitud de foros donde nos orientan de forma muy “desinteresada” sobre cómo crear contenido en un blog, como mejorar nuestras estrategias de marketing digital, cómo modelar nuestra marca personal, etc,etc. Además, con unas pautas concretas resulta realmente sencillo conseguir nuevos clientes de forma fácil y casi sin esfuerzo.


No quisiera yo cuestionar la efectividad de dichos métodos, que seguro que responden a un criterio puramente lógico y contrastado analíticamente.
Pero mi experiencia es que al menos en el campo de la consultoría, los clientes “de verdad” no llegan de forma espontánea a través de un correo electrónico. Y mucho menos se consolidan en el tiempo vía web o blog.


Más bien es un trabajo de conocimiento mutuo que surge tras mucho seguirse y admirarse profesionalmente y después de muchos cafés en los que ambas partes se abren para expresar qué les inquieta de verdad en su empresa, qué duda les asalta y se plantean formas conjuntas de crear valor.


Una de las cosas que más valoro de las personas con las que trabajo habitualmente y de la que más orgullosa estoy es de conservar ese trato de confianza que nos hace reconocer que no somos perfectos, pero que cada uno en su puesto y desde su posición, trata de aportar lo mejor de sí mismo.
Por eso, con todos los cambios tecnológicos que estamos viviendo, el auge del aprendizaje artificial, el análisis de los datos a escala global para la toma de decisiones y la supremacía del algoritmo sobre los métodos tradicionales de programación, estoy segura de que se nos plantean para los años venideros grandes retos para el ser humano, pero estoy convencida también de que el principal reto es no caer en la “automatización y estandarización” de las personas.


Ya que es precisamente la autenticidad y la capacidad de autorreflexión lo que nos hace evolucionar como personas y nos permite mirar más allá de los parámetros que de forma “consciente” y en muchos casos “inconsciente” nos van marcando.
De esta forma, aunque de vez en cuando tengamos que rectificar y pedir disculpas, aunque no siempre digamos lo políticamente correcto, siempre será mejor si se dice mirando a los ojos desde la voluntad sincera de ayudar, que una frase bien diseñada desde la “lógica predictiva” pero sin “alma”. De lo contrario nos podemos ver en la tesitura de que nos hagan un Test de Turing y nos confundan con una computadora.


Por eso hoy más que nunca, reivindico la necesidad de cuidar la autenticidad en las relaciones humanas.

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